Las campañas promocionales o mensajes de bien público proponen ahorrar el recurso y poco se habla de hacer un uso eficiente de la energía eléctrica, quizá insuficiente para resolver el problema que tenemos, pero al menos un paliativo que conllevaría a mayor eficiencia en los procesos productivos o mejor confort en casa.
Así lo comprobé en reciente diálogo con un compañero de estudios, Ricardo Sevajanes Oviedo, ahora Especialista principal de Normalización y Evaluación energética en la Oficina Nacional para el Uso Racional de la Energía (ONURE), quien mediante estudios de Maestría y la experiencia que da la vida, asegura que en casa podemos mejorar nuestra cotidianidad.
“Es tan simple como poner cortinas a sus ventanas, de color claro, para que absorban menos el calor y una vez que pase la incidencia del sol, usted puede comprobar que la sensación térmica varía a su favor. Las ventanas de cristal que hermetizan una habitación –muy en boga en otros momentos- atentan contra ese confort y acortan la vida útil de su equipo de climatización.
“A la hora de construir viviendas –agrega Sevajanes-, debió tenerse en cuenta la orientación de las mismas, de manera que la incidencia del sol sea menor en los horarios de más intensidad del astro, así como plantar árboles que aporten con su sombra a atenuar ese efecto calórico. En esas casas que sobre la placa tienen plantas enredaderas, han de notar cómo disminuye el consumo de energía eléctrica”.
Eficiencia energética según la academia es la capacidad para obtener los mejores resultados en cualquier actividad empleando la menor cantidad posible de recursos energéticos. Nos permite reducir el consumo de cualquier tipo de energía y con eso los posibles impactos ambientales asociados a la misma.
La mejor manera de ahorrar no es vivir a oscuras, sino cambiar los hábitos de consumo y el uso de tecnologías eficientes –o la combinación de ambos. Acerca de procederes efectivos en el sector estatal también conversamos, de lo cual comentaré en otro momento. (Tomado de Perlavisión)