- Dainerys Torres Núñez
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Amar la tierra desde la raíz
Los hombres y mujeres de campo son personas singulares, campechanas, como nombra mi mamá a quienes hablan sencillo, a quienes te brindan lo que tienen sin pedir nada a cambio, a gente noble como ellos.
Hay características que definen a nuestros campesinos. En los hombres pueden ser los grandes sombreros, las botas, las camisas a cuadros. Las mujeres suelen colocar una flor cerca del rostro en las jornadas de faena y son excelentes en la crianza de los animales.
Cada mayo, cuando llega su decimoséptimo día, la evocación a los hombres y mujeres que esperan el alba a pie de surco es recurrente. Hay entonces que hacer historia y recordar aquella Primera Ley de Reforma Agraria y los rostros de nuestros guajiros rebeldes a quienes ya nadie podría quitar su fuente de el sustento.
Para ser campesino hay que amar la tierra desde la raíz. Con el sentimiento por los cultivos, los animales, la naturaleza, se nace o en otras ocasiones crece por vocación de vida. En el campesino el amor se multiplica y hace alianzas con el empeño, el sacrificio, la perseverancia, la creatividad, el optimismo.
Los campesinos cubanos que hoy celebran día honran la herencia de un pueblo formado por hombres y mujeres que nacieron allí donde el aire es más puro y cantan las aves. En las lomas o en el llano, con tractor o yunta de bueyes el guajiro prepara la tierra y con sus manos deposita la semilla en el surco donde crecerá la planta.
Con el saco al hombre o la cesta a la cintura, paso a paso recogerá el fruto de su trabajo, del sudor de días de cosecha, de semanas o meses de desvelo para lograr que esté en la mesa del cubano el alimento que necesita.
Amar la tierra desde la raíz, puede generar a veces frustración para el guajiro por las carencias que padecemos. Puede cuestionar incluso esa unión al campo que lo obliga a permanecer, a seguir a engendrar maravillas. Amar la tierra desde la raíz es la sensación incomparable que ni siquiera con palabras un campesino podría explicar.